EN EL MUNDO - America del Sur

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Nuestro Instituto comparte la vida del pueblo y de la Iglesia en Bolivia desde 1957. Verdadero Tibet de las Américas, enclaustrada en el interior de las tierras y sin acceso al mar, Bolivia es el país más elevado en altura y el más aislado en América. Comprende tres grandes zonas geográficas : las montañas y el Altiplano, las Yungas y los valles templados de declives montañosos, las llanuras tropicales bajas. Su población cuenta más o menos de 8,5 millones de habitantes en los cuales más de la mitad pertenece a dos pueblos distintos, los Quechuas y los Aymarás, quienes, por tradición, no se casan entre ellos y han conservado cada uno su idioma, sus rasgos físicos distintos y muchas tradiciones sociales. Enriquecida con una herencia colonial reconocida como una de las más ancianas en América, Bolivia lucha aún hoy por la igualdad social, económica y política de todos sus conciudadanos.

Alrededor de 95% de los Bolivianos se reclaman de la Iglesia católica. Sin embargo, los que participan activamente a su vida son mucho menos numerosos. La pobreza presenta un terreno favorable al crecimiento de las sectas y de las supersticiones. La Iglesia, poco presente en las regiones rurales, asiste al desarrollo de un cristianismo popular de estilo andino en los pueblos autóctonos. La casi identificación de la Virgen María con la Pacha Mama, nuestra Madre de la Tierra, es un ejemplo de ello.

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Tierra de oro y patria de los Incas adoradores del sol, el Perú era antaño, un imperio brillante. Hoy día, con una población de 26 millones, este fascinante país cuenta con tres regiones naturalmente distintas tanto a nivel humano como a nivel geográfico y climático: la llanura de al costa, la cordillera de los Andes, el bosque amazónico. En los últimos años, audaces reformas sociales e importantes adelantos en el control de las actividades de la guerrilla y del tráfico de los estupefacientes han favorecido el desarrollo económico del país.

Mientras el Perú vive continuamente períodos de crisis, las clases populares que se orientan más a la Iglesia para buscar liderazgo y apoyo moral. La Conferencia de los Religiosos del Perú (CRP) ha valientemente escogido como prioridades dos retos importantes: la formación integral de las personas y la defensa de los derechos humanos. La Iglesia católica, a la que pertenece 90% de los ciudadanos, es reconocida en la Constitución peruana como merecedora de la colaboración del gobierno. Los ritos de la religión católica, su ley moral y sus valores son profundamente arraigados en la cultura y en la sociedad peruana, en cada ciudad y pueblo con su iglesia y su santo patrono.

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¡Que Cuba, con todas sus magníficas posibilidades se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba ! Es el primer deseo expresado por Juan Pablo II en la alocución pronunciada en el aeropuerto de La Habana al iniciar su visita histórica en Cuba, el 21 de enero de 1998.

El pueblo cubano goza de una rica cultura y de un país de abundantes recursos naturales. Situada en la calurosa mar de los Caribes, Cuba extiende al infinito la arena de sus playas teñidas de corales. Punteado por la elegancia desde años de La Habana y de las otras ciudades del país, este litoral encantador bordea tierras de bellezas impresionantes muy a menudo olvidadas. Cuba es la isla más grande de los Caribes y su población de 11 millones de habitantes es urbana a 70%. Es uno de los últimos bastiones del comunismo en el mundo.

Durante los últimos siglos, millares de Españoles, Africanos y muchos habitantes de las islas vecinas han entrado en Cuba. El medio ambiente cultural de la isla ha sido enriquecido y diversificado. Aunque la población en su gran mayoría sea de ascendencia española, las artes populares africanas, en especial la música y la danza, han ejercido sobre ella una profunda influencia contribuyendo así a la evolución de una cultura típicamente cubana.

Una solidaridad inquebrantable

Desde algunos decenios, los miembros de varios institutos religiosos viven su compromiso en circunstancias inhabituales pero son fieles a su carisma específico. Tienen que adaptarse a la situación particular del país y responder a las necesidades de la gente sirviendo a Cristo en los pobres, los enfermos y las personas de edad.

Nuestro Instituto con más de medio siglo de presencia misionera en Cuba ha tejido profundos lazos de amistad con el pueblo y la Iglesia de ese país. En julio de 1948, Cuba acogía por primera vez a 12 de las nuestras. En menos de 6 años, 46 Hermanas desembarcan en la isla. Trabajan en estrecha colaboración con los Padres de las Misiones Extranjeras, P.M.É, en 7 parroquias de la provincia de Matanzas.

El proceso revolucionario, orientado ya al ateísmo práctico, ha dado lugar a nuevas situaciones que han exigido un nuevo paradigma en formación. Después del éxodo de los misioneros en 1961, sólo quedaban 10 Hermanas nuestras en Cuba. Despojados de sus escuelas, nuestro Instituto se vio entonces en la obligación de buscar otras manera de vivir su misión. Fortalecidas por la gran generosidad inculcada por nuestra Fundadora desde el principio de la Comunidad, y determinadas a mantener su compromiso apostólico, nuestras religiosas han continuado su trabajo en catequesis de parroquias, sus visitas a las familias y la animación de las comunidades cristianas. A pesar de todo, con el éxodo masivo de los Cubanos hacia los Estados Unidos, los grupos de creyentes disminuían en número.

Durante esos años, nuestras Hermanas animaron y apoyaron a la gente durante las diferentes etapas de la Revolución. Se habilitaron para compartir discretamente la vida y la fe del pueblo a veces en situaciones difíciles y con medios tan limitados. Su solidaridad con la gente les ha permitido diversificar su acción pastoral y llegar a lugares donde jamás hubieran ido si se hubieran quedado en las escuelas. Han contribuido igualmente en asegurar un relevo con una nueva generación de Hermanas cubanas.

Texto Précurseur (Abril-Mayo-Junio 2002)
Maria Anthea Raso, m.i.c.
Traducción : Marie-Paule Michaud, m.i.c.

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Haití tierra de esperanza

A principio del siglo XXI, el pueblo haitiano experimenta una extraordinaria sed de justicia y paz. Libre de la dictadura de los Duvalier (1957-1986), libre de la represión de los gobiernos de transición bajo la dominación de los militares (1986-1990), apenas emergido de un golpe de estado, el más violento de su historia (1991-1994), ansia una verdadera democracia. Para lograrla, soportó valientes luchas y aceptó enormes sacrificios.

Dentro de un contexto de cambios

Muchas generaciones de nuestras misioneras pasaron por Haití. Llegadas en 1943, a petición de Mons. Collignon, nuestras Hermanas se dedicaron a escuchar la vida, las esperanzas, los sufrimientos del pueblo haitiano a través de los servicios que se les encargaba : el cuidado de un grupo de personas de edad y la dirección de una escuelita para niños pobres. Al correr de los años, respondieron a las apremiantes necesidades en el sector de la educación, de la salud y de la evangelización. Nuestra mirada sobre la última historia del país y de la Iglesia deja descubrir el camino recorrido por nuestras misioneras, y los retos que desafiaron en el cumplimiento de su misión.

Hoy día, marcadas por los acontecimientos que han jaloneado la vida del pueblo haitiano, las Hermanas de nuestra comunidad en Haití son absolutamente determinadas a caminar con el pueblo en su lucha por la paz, la justicia y el respeto de los derechos de cada uno. Esa orientación mayor de su plan pastoral toma sus raíces en el Evangelio. Interpela su audacia y esperanza. Es como el hilo conductor que debe animar sus compromisos tanto en los servicios educativos y de salud como en las diversas actividades pastorales ya aseguradas.

Texto Précurseur (Enero - Febrero - Marzo 2002)
Céline Gauvin, m.i.c.
Traducción : Marie-Paule Michaud, m.i.c.

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