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Desde China hasta Hong Kong

En 1910, unos meses después de su llegada a China, las Hermanas abren una escuela para señoritas. Pronto se transforma en un centro de cultura incluyendo la enseñanza del inglés, de las artes y de la música. Ofrece también cursos sobre la fe cristiana.

En esa escuela, muchas personas se convirtieron al catolicismo. Una de ellas, la Señorita Lucia Ho, estudiante notable, nombrada luego directora de la escuela, será la primera asiática que entrará a nuestra Comunidad. Después de la expulsión del país de todos los extranjeros, la Hna Lucia se quedará sola en el continente hasta 1980, momento en que el régimen le devolverá su libertad. En octubre de 1912, el obispo de Cantón encamina una nueva petición a nuestra Fundadora. Otro campo de acción pronto necesitará de la entrega de sus Hermanas : el cuidado de las mujeres leprosas. Un año más tarde, tres Hermanas se encargan de la Leprosería San Pablo y se les encarga también el cuidado de 214 mujeres y niños.

Hacia fines del año 1920, suben las tensiones dando lugar a sangrientas guerras civiles. En varias ocasiones, las misioneras de Cantón y de Shek Lung se ven forzadas a buscar refugio en la isla de Hong Kong. En abril de 1927, considerando el peligro inminente representado por las hordas bolchevizas que apuntan especialmente a los extranjeros, el Consulado británico pide a las Hermanas buscar otro lugar para hospedarse. Toman entonces el camino del Sur y alquilan dos casitas en Kowloon. Logran instalarse lo mejor que puedan con las 35 huérfanas que las acompañan.

Puesto que se teme siempre a represalias, Madre Marie du Saint-Esprit solicita del obispo de Hong Kong el permiso de tener pie en tierra en su ciudad episcopal. Al recibir una respuesta favorable, la valiente Fundadora pide a la superiora quedarse en una de las dos casas donde se podrá dictar unos cursos particulares como medio de subsistencia. Experimentemos eso por un tiempo, escribe ella. En el momento oportuno, el buen Dios nos dará a conocer su voluntad respecto a nuestro residencia en Hong Kong.

Poco tiempo necesita la Providencia para revelar sus designios en cuanto a la contribución de nuestro Instituto en la evangelización de ese nuevo territorio. En 1929, permiso dado por las autoridades de abrir una escuela primaria en el distrito chino de Kowloon. Con esa ocasión, nuestra Fundadora escribe: No se imaginan la alegría que me proporciona la noticia de ese nuevo proyecto! Creo que es el grano de mostaza.... que llegará a ser un árbol... Esa mujer apóstol ve grande: su predicción pronto se realizará. Humilde en sus inicios, pero animado por el ardiente soplo apostólico, nuestro compromiso en el sector de la educación se convertirá y quedará hasta hoy día uno de los más importantes ministerios de la Iglesia en Hong Kong.

Texto Précurseur (Octubre - Noviembre - Diciembre 2001)
Louise Denis, m.i.c.
Traducción: Marie-Paule Michaud, m.i.c.

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En 1909, el primer grupo de Las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Concepción partía para Cantón, China. Dejaban Montreal para una tierra de misión. Hoy día dos religiosas obran en la China continental y 15 otras, en Hong Kong. Con sus compromisos quieren ser ardientes evangelizadoras y promover el espíritu misionero .

Después de más de 150 años de régimen británico, Hong Kong tiene un nuevo soberano. Pero la novedad es una realidad anciana. China reclamó lo que le pertenecía. La antigua colonia ha sido transformada en un nueva Región Administrativa Especial (S.A.R). Goza ahora de un alto grado de autonomía, salvo en cuestión de defensa y de asuntos extranjeros.

Ubicada en la costa sureste de la China, esa Región Administrativa Especial comprende la isla de Hong Kong, la ciudad continental de Kowloon y, al norte, los Nuevos territorios. Abarca igualmente más de 230 islas. Sin recursos naturales fuera de un excelente puerto construido con los apremios geográficos de un territorio limitado, Hong Kong ha llegado a ser un centro de comercio de extensión mundial. Siete millones de personas entre las más partidarias del trabajo, comerciantes, economistas y demás, viven allá. Hoy 98% son Chinos de origen, Cantoneses por la mayoría.Hong Kong es desde hace mucho tiempo el lugar de encuentro del Oriente con el Occidente. Su carácter internacional aparece profunda e irrevocablemente arraigado. Se manifiesta en su numerosa población de nacionales extranjeros, en su incomparable red de escuelas internacionales, en la adopción del inglés como uno de sus dos idiomas oficiales y en la coexistencia de muchas religiones como el budismo, el taoísmo, el confucianismo, el protestantismo y el catolicismo. Se observa también una vida intercultural verdaderamente espectacular,. El rostro cosmopolita de Hong Kong le merece públicamente su estatuto particular en el interior de este acomodamiento que integra un país, dos sistemas. Hong Kong es orgullosa de su nuevo sitio en la China. Se convirtió en un puente entre la China continental y el resto del mundo, de donde su importancia frente a ella. Una posición estratégica que realza su valor ante la China continental.

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El Japón es un país fascinante, una tierra de contrastes con diversos colores donde se mezclan el Oriente y el Occidente. Cerca de los edificios ultra modernos y de la frenética agitación de sus metrópolis, sus templos milenarios graciosamente encorvadas parecen haber vencido milagrosamente el tiempo. Aunque el país haya logrado un lugar de primer plano en las más altas esferas de la tecnología moderna, no ha perdido su alma mística. Sus reglas de etiqueta y conveniencias heredadas de la época feudal, como la primacía acordada siempre y doquier a la estética, forman parte de su originalidad y de la fascinación que ejerce sobre el visitante.

En el IX siglo, el país rompe todas sus relaciones con sus vecinos e inicia una era de aislamiento que se prolongará tres siglos más. A lo largo de los XVII y XVII siglos, manifiesta de nuevo su hostilidad a toda religión extranjera y toda influencia secular comprometiéndose decididamente en una política de reclusión nacional. Este período durará 250 años hasta el momento (1868-1912) en que el Emperador Meiji sacará el Japón de su aislamiento y estatuto de sociedad agrícola y feudal. A fines de la Segunda Guerra mundial, el país está arruinado. Necesita de un nuevo relance. Procede entonces a un enderezamiento económico y una revisión de sus valores nacionales. Gracias a esas nuevas orientaciones y respaldado por las cualidades propias del pueblo como el talento para el negocio, el espíritu cooperativo, la lealtad y la perseverancia, el país logra en menos de medio siglo, ser una autoridad financiera mundial. En materia de política extranjera, adopta una actitud basada en la cooperación internacional y la promoción de la paz.

En esa democracia moderna, el emperador conserva su trono como símbolo de unidad nacional pero en realidad, el poder está entre las manos de políticos, burócratas y gente de negocios influyentes. El archipiélago cuenta con 127 millones de habitantes y perdura una nación insular cuya composición étnica en su mayoría es japonesa. Su idioma y ciertos aspectos de su cultura le dan un carácter único que lo diferencia de sus vecinos del continente asiático oriental. Es el país del bonsái , de los jardines zen y del arte delicado de los arreglos florales llamados "ikebana".

Nuevas llamadas en Asia

Luego de haber respondido a la llamada de la Iglesia de China en 1909 y a la de la Iglesia de Filipinas en 1920, nuestra Fundadora acoge la invitación de la Iglesia del Japón como una nueva ocasión de dar a conocer la Palabra de Dios en tierra no cristiana. La primera partida fue en 1926. Nuestras pioneras trabajan durante algunos años en el sur del país, y luego van al norte, en Koryama en 1930 y en Aizu Wakamatsu en 1934. Todo parece presagiar un futuro prometedor cuando en 1941, estalla la guerra entre los Estados Unidos y el Japón. Durante dos años nuestras misioneras viven la incertidumbre de una vida en residencia vigilada en su convento de Aizu Wakamatsu.

En 1943, en el marco de los intercambios de prisioneros de guerra, entran en el Canadá. Después de la guerra ellas retornan a un Japón devastado y adolorido. El shintoismo como religión oficial del Estado abolido. Comienza una nueva era. Se construyen las iglesias y se asiste a un creciente número de escuelas, de hospitales e instituciones caritativas dirigidas por diversos grupos cristianos. En 1949, en Aika Wakamatsu, nuestra escuela Saint François Xavier acoge a sus primeros alumnos. Al año siguiente abrimos un Jardín de Infancia en Tokio y en 1958, otra escuela en Koriyama.

75 años de presencia

Después de 75 años de presencia en la Iglesia del Japón, nuestras Hermanas se comprometen a continuar su misión con alegría y gratitud y trabajan como Iglesia. En esta hora de multiculturalismo y mundialización, ellas trabajan específicamente en la evangelización de la sociedad japonesa. Van proclamando la Buena Nueva de la Salvación a las personas que no conocen a Jesucristo, avivando en los cristianos el sentido misionero. Buscan favorecer el encuentro con Cristo a través de su mensaje de vida mediante varias obras apostólicas : la educación cristiana, servicios en pastoral, trabajo con los inmigrantes, compromisos por la justicia y la protección del medio ambiente. Aunque sean pocas, participan del envío de sus misioneras a otros países. Acogen a las ASMIC (Asociados y Asociadas a las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Concepción) deseosas de vivir la espiritualidad de acción de gracias legada por Délia Tétreault y colaboran también a los programas Inter-Asia entre nuestras misiones de Hong Kong, de las Filipinas, de Taiwán y las del Japón.

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Las Filipinas…Perlas de los mares orientales.

En 1521, unos Españoles dirigidos por el explorador Ferdinand Magellan, descubrían las islas y les dieron el nombre de Filipinas en honor al rey Felipe de España. Ricas de muchos recursos naturales, esas islas han atraído a lo largo de los siglos a muchos comerciantes, aventureros y constructores de imperios. Hoy día, se cuenta una población de 76,5 millones de habitantes de ascendencia indo malaisiana, china y española.

Muchas influencias extranjeras desfilaron en las Filipinas formando una nación cuya cultura tiene un carácter peculiar. Esa herencia se refleja en el arte, la cultura, la diversidad de los idiomas y lo coexistencia de más de un centenar de etnias. Se expresa también en un estilo de vida marcado por una maravillosa tradición de calurosa hospitalidad. Es agradable descubrir la belleza de ese país, sus canciones, sus danzas graciosas, sus ritos y sus fiestas, expresiones de acogida y amistad.

Nuestra primera misión en Las Filipinas

En 1909, las primeras misioneras dejaron Canada para ir a China. Se comprometieron más específicamente en los sectores de la salud y la educación. Se dieron a conocer con sus conocimientos profesionales y la generosidad de su compromiso. En 1921, el Dr José Tee Han Kee, un colaborador entregado a su misión en China, fue director del Hospital General Chino de Manila. Pidió entonces al arzobispo de Manila que la administración del hospital fuera confiada a nuestras religiosas. Dicho establecimiento ofrecía servicios a la comunidad china que, en aquella época, contaba con cerca de 40,000 personas.

Délia Tétreault respondió favorablemente a dicha petición. Esa nueva misión correspondía perfectamente a su ideal misionero porque se dirigía a las personas que no habían escuchado hablar de Jesucristo y también porque se trataba de un servicio a los más desfavorecidos. Cinco hermanas fueron asignadas a esta primera misión. Los vínculos de amistad que se tejieron con las familias de los pacientes marcaron el punto de partida de su acción pastoral. Los convertidos Chinos que han seguido los cursos de catequesis, colaboraron en 1936 en la fundación de la escuela anglo china Inmaculate Conception.

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Desde la China Oriental hacia Taiwán

La isla de Taiwán se sitúa a unos cien kilómetros a lo largo de las costas de la China continental. En 1590, unos marineros portugueses, maravillados por la belleza de sus paisajes, le dan el nombre de Ilha Formosa, la Isla Bella. Primero protectorado del Imperio de China, luego provincia china., la isla se entrega al Japón después de la guerra sino japonesa (1894-1895); la ocupación durará 50 años. A fines de la segunda guerra mundial, la China la recupera y le devuelve su nombre chino, Taiwán. En 1949, los comunistas de Mao Tsé-toung salen vencedores de la guerra civil en China continental; vencido, el mariscal Tchang Kaï-chek se refugia en Taiwán con miembros de su armada y de su gobierno nacionalista. Proclama a Taipei capital provisoria de la China. Este estatuto se mantendrá hasta 1971, en el momento en que las Naciones Unidas reconocerán a Pekín como sede del gobierno chino.

A principio de los años 50, los poderíos occidentales, preocupados por frenar la expansión comunista en Asia, utilizan a Taiwán como modelo para demostrar la superioridad del sistema democrático capitalista. Los inversionistas desarrollan una economía basada en la producción industrial y tecnológica y la exportación de productos manufacturados. Las cualidades naturales del pueblo chino, paciencia, dexteridad, tenacidad, contribuirán al éxito económico de Taiwán y la transformarán en una nación cuya mano de obra es una de las mejores calificaciones en los países industrializados. En la misma época, la reforma agraria asegurará la rentabilidad de las principales producciones agrícolas de la isla.

Taiwán cuenta con una población de 23 millones de habitantes en mayoría de origen china. Cuenta también minoridades aborígenes procedentes hace mucho tiempo, de la Indonesia y Malasia. Aun urbanizada e industrializada, Taiwán conserva sitios naturales magníficos y quiere salvaguardar sus templos erigidos conforme a la fina arquitectura de la China antigua. El "Museo del Palacio nacional" de Taipei presenta la colección más grande en el mundo de antigüedades chinas de jade, porcelana, bronce y pinturas sobre seda. Muchas piezas de dicha colección proceden de tesoros acumulados antaño por los emperadores chinos en la Ciudad prohibida de Pekín y fueron trasladadas a Taiwán por Tchang Kaï-chek durante su exilio.

Una misión de amor y servicio

Durante los años que siguieron la toma de poder por el gobierno comunista en China continental, las instituciones católicas fueron confiscadas y los misioneros expulsados. Así es cómo en 1953, nuestras últimas hermanas canadienses comprometidas en esa misión dejaron el país. Un año después, a solicitud de los Padres Jesuitas, tres de nuestras ex misioneras de China llegan a Taiwán y se establecen en Cuanhsi, pequeña ciudad de la provincia de Hsinchu. Cuando llegan allí la ciudad cuenta con 35 000 habitantes y no hay ningún católico. Durante ese período post guerra, grandes son las necesidades. Hablando ya el idioma oficial del país, el mandarino, nuestras Hermanas prestan su colaboración a la dirección de un Jardín de Infancia y se implican en las visitas a las familias. Durante los años siguientes, otras compañeras se unen al grupo. Establecen clínicas medicales, maternidades y organizan diversas obras sociales. Los misioneros aportan un nuevo soplo de vida, y se abre una era de prosperidad para la extensión del catolicismo en Taiwán.

Tradiciones milenares

Guardiana natural de las artes de China, Taiwán lo es también de las más antiguas tradiciones religiosas como el budismo, el taoísmo, el confucionismo, y el culto a los ancestros. Esas tradiciones han modelado la vida y la cultura del pueblo desde hace milenarios. Ofrecen interpretaciones de lo absoluto, de la persona humana y de su existencia, del mal que existe en el mundo y de los medios para librarse de ellos.

Medio siglo después de la llegada de los misioneros de China en Taiwán, los católicos representan 3% de la población. Conscientes de la valiosa herencia cultural china y de las transformaciones que experimenta actualmente la sociedad taiwanesa, nuestras hermanas definen su misión en estos términos : Anunciar a Jesucristo a los que no la conocen y acompañar a los cristianos y cristianas en la profundización de su fe con el fin de que puedan testimoniar de Jesucristo y del Evangelio en el seno de una sociedad en mutación.

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